Amistad a los 40 en tiempos de redes
Para una mujer que medianamente tiene algunas temáticas elaboradas en su vida, llegar a los 40 años, puede ser transitado con mucho placer y bienestar. Es un momento vital en el que algunas cuestiones del ámbito personal y profesional están resueltas y en el que los vínculos afectivos empiezan a ser seleccionados de otra manera.
Ya no se espera llegar al millón de amigos al estilo Roberto Carlos ni siquiera en Facebook y se selecciona mas finamente a las personas con las que se comparte el tiempo y ciertas actividades.
En líneas generales lo que se prioriza es la calidad y no la cantidad de relaciones y se ponen en juego otras expectativas que hasta el momento no eran prioridad.
A los 40 suele ser más tentador un plan que incluya una buena cena en un lugar tranquilo, una película o una charla enriquecedora, vino de por medio, hasta altas horas de la noche.
La confianza como para poder manifestarle a una amiga lo que a una le sucede, lo que siente, sus deseos, proyectos y/ o sus fantasías, ya no es negociable. En este momento es una elección y hasta inclusive una necesidad.
Pero mientras el mundo, comunicacionalmente hablando, avanza a pasos vertiginosos y pareciera que todo está dado para que las barreras que impone la distancia ya no sean una dificultad, resulta paradójico que una gran cantidad de mujeres se sientan aún muy solas. O que perciban que no están pudiendo manifestar lo que les pasa a sus amigas porque siempre algo termina interrumpiendo la charla o termina siendo más importante que lo que están compartiendo en ese momento.
¿Qué pasa entre algunas mujeres que rondan los 40 que no logran desarrollar vínculos sólidos de amistad? ¿Facebook, Tinder o Instagram, en vez de colaborar, están entorpeciendo las relaciones?
Situación cotidiana en cualquier restaurant de la ciudad: grupo de 6 mujeres rondando entre los 30 y pico y principios de los 40, sentadas cenando. Dos de ellas sacan fotos desde sus teléfonos a lo que están comiendo, una está mirando algo en su celular, otra se saca una selfie, otra está enviando un mensaje y una está contando algo que le ha sucedido en la última semana sin saber si el resto está realmente escuchándola o se han distraído con sus teléfonos.
¿Por qué cualquier cosa que suceda en el teléfono termina siendo más urgente y prioritario que lo que se está compartiendo en ese momento?
Ya sea la llegada de un mensaje de WhatsApp, la notificación de una noticia en Facebook o la foto que posteo alguien en Instagram.
Mientras por un lado se percibe una mayor necesidad de estrechar lazos de amistad y hacerlos más sólidos y comprometidos, por otro lado, prevalece una alta predisposición a la dispersión y abstracción, que generan dificultad a la hora de entablar, por ejemplo, una conversación profunda.
En tiempos de redes
El nivel de estrechez que usualmente se espera tener en una relación de amistad a esta edad, puede estar atravesado por una serie de estímulos que entorpecerían la fluidez en las relaciones.
¿Pero de quien depende en definitiva que estos estímulos externos se terminen convirtiendo en obstáculos o no? Claramente de cada persona y del lugar que decida darle a estos estímulos.
¿Es posible pensar en tener una reunión entre amigas en la cual no interfiera el celular, la necesidad de “documentar” ese momento o la curiosidad por saber que está haciendo cualquier otro en las redes en ese momento?
Claro que lo es, siempre y cuando se coloque en primer plano la “conexión” con una misma, con lo que a una le sucede. Esto es lo que permitirá conectarse con el otro, sin barreras ni distracciones.
Hacer el ejercicio de dejar el celular en modo silencioso o inclusive en la cartera, sin sufrir un panic attack, ya es todo un desafío.
Hacerse cargo de lo que a una le pasa, de lo que siente y de lo que desea, implica tomar las riendas de como elige llevar adelante sus vínculos de amistad. No quedar “presa” de la vertiginosidad virtual y de lo que se supone le está pasando a los otros (lo cual suele ser solo una pantalla, una vidriera que muestra solo lo que quiere ser mostrado).
Priorizar el hecho de entablar vínculos más sólidos, profundos, honestos y sin caretas (soy quien soy y así tal cual, me muestro a mis amigas) conlleva un compromiso y un contacto consigo misma y con el otro, en el cual, al menos por momentos, ni las fotos ni los posteos ocupan un lugar de prioridad.
María Noel
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Sobre María Noel
Soy María Noel Lucano, empresaria, psicóloga, coach y consultora organizacional, especializada en ayudar y orientar a personas que desean realizar cambios transformacionales en sus vidas. Me dedico a trabajar con quienes quieren construir y concretar exitosamente sus proyectos. Mi objetivo es asesorar y brindar herramientas y recursos prácticos a los individuos y equipos que eligen transitar el maravilloso camino que implica liderar sus propias vidas, logrando el éxito que desean.
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Maria Noel Lucano
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