En el artículo de la semana pasada habíamos comenzado a desarrollar los beneficios que se obtienen con el ejercicio físico. Enfocamos en primer lugar las mejoras a nivel físicas (en el sistema circulatorio y en el metabolismo, entre otras) que pueden comenzar a disfrutarse cuando la actividad se instaura de manera constante en la vida de las personas.
Pero es importante no olvidarnos de los cambios que se producen a nivel emocional, cuestión que hoy en día tiene gran reconocimiento en cierto grupo de profesionales que trabajan con lo que se llama psicoterapia a través del movimiento.
La disminución de los síntomas de depresión y ansiedad mediante la actividad física generó que varios psicoterapeutas empezaran a involucrar en los tratamientos con sus pacientes conceptos que antes solo quedaban del lado de los profesores de educación física y entrenadores. Consideran al deporte y a la actividad en general como una herramienta que ayuda en el tratamiento terapéutico de la depresión, entre otras patologías.
Las personas que realizan actividad física bajan los niveles de stress, mejoran la autoestima fortaleciendo la seguridad y el conocimiento de si mismo. Pueden adquirir un contacto con el propio cuerpo que permite que se desenvuelvan con mayor comodidad y confianza. El estado de ánimo prospera, mejorando el humor y sintiéndose más descansados. A su vez disminuye la agresividad (ya que el movimiento permite una descarga) y libera la angustia.
Estos beneficios son los que generan un cambio de actitud y posicionamiento ante las exigencias de la vida diaria provocando un mejor desenvolvimiento en las diferentes esferas de cada sujeto: personal, familiar, laboral, social y recreativa.
Deja una respuesta