4 Razones por las que no concretás tus proyectos
Estoy cansada de escuchar o de leer que si te esforzás mucho pero mucho, podes alcanzar lo que quieras, o que con sólo desear algo, podés conseguirlo. O mejor aún, que si todas las mañanas te levantas y te decís a vos mismo tres afirmaciones positivas, seguro se te van a cumplir.
Que la ley de atracción, que todo lo que das vuelve, que pienses muy fuerte, muy fuerte en tu deseo y ya verás como se cumple…. ¡BASTA DE FRASES BARATAS! Basta de seguir sosteniendo un pensamiento mágico, infantil, ingenuo y bastante mediocre, por cierto. ¡Me agota! ¿A vos no te pasa igual?
Y no es que reniegue del esfuerzo, del trabajo constante, de la actitud positiva ni de la energía como fuente y motor del movimiento
Lo que quiero señalarte es que hacen falta una serie de factores y la suma de una gran cantidad de variables para que uno pueda llegar a lograr lo que se propone. Y ¡¡atenti!! esto no quiere decir que sea imposible lograr aquello que deseás lograr. Lo que quiero señalar es que es importante enfocarse en las cuestiones específicas a resolver (para concretar proyectos y objetivos) que no se solucionan con dos o tres afirmaciones positivas por día o pensando que porque otro pudo hacerlo yo también podré (desconociendo claramente las diferencias individuales de cada uno).
Ya que si bien hay cuestiones que podría decir que son universales porque nos pasan a todos los seres humanos por igual, hay muchas otras cuestiones que nos suceden que son singulares o sea particulares.
Todos tenemos historias distintas, venimos de diferentes lugares, estamos “marcados” o condicionados por determinadas historias que nos han dejado huellas y que hacen, de alguna forma, que seamos lo que somos y/o que contemos con los recursos que contemos. Para empezar: llegás a este mundo con una mochila que se va llenando de cosas: historias, valores, modelos, mandatos, creencias, hechos y toooda una serie de factores que van moldeando (por decirlo de alguna manera) la persona en la que vas a terminar siendo. No elegís en principio, todo esto que te va dejando recuerdos, marcas, cicatrices a veces, creencias, cierta manera de pensar. Lo que sí podés elegir de ahí en más, una vez que sos adulto, es qué hacer con todo eso que ocupa un lugar en tu “mochila”. Y esto es lo interesante: que registres tu capacidad de decisión y en consecuencia de tomar acción.
Pero para poder elegir libremente es importantísimo que sepas de dónde venís, dónde estás hoy parado y con qué contás, para definir con claridad hacia donde querés ir.
Por eso: Hoy quiero hablarte sobre aquello de lo que nadie o muy pocos hablan.
¿Y por qué nadie te habla de esto? Porque duele, porque es incomodo, porque no vende, no es marquetinero o porque “sencillamente” nos para de frente a una realidad que no es la más que nos gusta ni la que nos han mostrado en las películas más taquilleras de la industria del cine.
Hoy quiero hablarte a “calzón quitado” y “sin pelos en la lengua”, o sea, con brutal honestidad, sobre cuáles son las razones que hacen que no concretes tus proyectos y que te quedes siempre a mitad de camino soñando y anhelando algo que no para de postergarse.
Lee con atención:
1 – Miedo al qué dirán:
Esto significa tener temor a la mirada del otro, a lo que el otro piensa o dice de uno. Aquí es donde aparecen, infiltradamente una serie de miedos y claramente de inseguridades. El temor de no ser aceptado, a dejar de agradarle al otro, a no encajar en determinado grupo, o en ese sector de la sociedad al que supuestamente pertenecemos o queremos pertenecer. Surge el malestar o la incomodidad a sentirte diferente, a no ser comprendido o ser directamente rechazado o excluido de los grupos o sectores a los que hasta ahora pertenecés. Tal vez sentís vergüenza, ¿qué van a pensar mis padres o mis amigos si decido poner un bar en una playa del Caribe (mi sueño de toda la vida) y dejo mi puesto de gerente comercial en determinada empresa? O ¿cómo me van a mirar los padres de los compañeritos de la escuela mi hijo si me pongo a estudiar clases de batería, a los 50 años? Y ahí aparece mi temor a la mirada del otro: mirada vivida como acusatoria, censuradora, juzgadora y ante todo mirada que me paraliza y me hace posponer todos mis sueños.
2 – No soy merecedor de que me vaya bien (RECHAZO AL ÉXITO):
La idea de meritocracia (lo que implica que me lo merezco o no me lo merezco) que empapa nuestra sociedad (con una fuerte influencia judeocristiana) está estrechamente ligado a la culpa. Y junto a la culpa viene asociado el castigo como contracara del premio. Si no hemos hecho algo bien (somos “culpables” de algo) merecemos ser castigados o no merecemos tener éxito, ser felices o recibir el ansiado premio o recompensa. Como si la vida se tratara estrictamente de eso: de merecer o no merecer, de premiar o castigar en función de lo bueno o malo que uno es.
Voy a un ejemplo concreto: Tal vez tomaste la decisión de dejar un trabajo estable y seguro, por el deseo de armar tu propio emprendimiento y como la mayoría de las personas que te rodean te han cuestionado esta decisión por considerarla no oportuna o apropiada (¡cómo vas a dejar algo seguro por aventurarte en algo incierto!!!!), terminás boicoteando el éxito en tu proyecto. O sea, terminás creyendo que tenes la culpa de haber tomado una mala decisión (dejar ese trabajo estable) y claramente en consecuencia no merecés que te vaya bien en tu nuevo proyecto. ¿Me explico?
3 – Autoboicot por no “cumplir” con lo que se espera de nosotros a nivel familiar y social:
Claramente estamos inmersos en un contexto sociocultural y familiar que nos condiciona y nos indica de una manera u otra el supuesto camino a seguir, es decir lo que se espera de nosotros. El conflicto aparece cuando lo que se espera de nosotros no se ajusta a lo que nosotros deseamos, Y quebrar esa expectativa no solo no es fácil, sino que puede generar el desacuerdo y la desaprobación de muchas personas, entre ellas, personas que forman parte de nuestro círculo de afectos (familia y amigos). Y más aún, si lo que deseamos y logramos hacer puede superar lo logrado o realizado por amigos o familiares: ¿cómo me siento si tengo más éxito profesionalmente hablando, que mis padres? ¿qué me pasa si, siendo mujer, gano más dinero que mi marido?, ¿qué percibo si logro cosas que mis amigos no han logrado hacer u obtener? Y como estas pueden surgir un montón de situaciones en las que o nos corremos de aquello que se espera de nosotros o superamos (nos diferenciamos y mejoramos) a personas de nuestro entorno. Además de la culpa (término que vuelve a aparecer) también probablemente te sientas egoísta por lo que estás logrando. Y esto te deja en un lugar de incomodidad, ya que al no ser aquello que supuestamente se espera que seas o al mejorar y diferenciarte de los afectos que te rodean, sentís que estas actuando mal o que le estas fallando a alguien.
4 – Sensación de ser un fraude:
¿Te has sentido alguna vez como si fueras un impostor? ¿O que los éxitos y logros que has obtenido fueron por azar, por suerte o de casualidad y no por tu propio esfuerzo y trabajo? ¿O que no estás a la altura del puesto de trabajo que conseguiste o de la dirección del proyecto que te otorgaron ya que no contás con las habilidades, conocimientos o capacidades óptimas para desarrollar lo que tenés que desarrollar?
SI te sentiste identificado con alguna (¡todas, tal vez!) de estas situaciones lo que te está sucediendo es lo que comúnmente se denomina como síndrome del impostor. Esto implica no apropiarte de las capacidades que realmente tenés para obtener logros y éxitos. O, dicho de otra manera: no “hacerte cargo” del “poder” (por haber estudiado, por haber experimentado, por inteligencia, entro otros atributos) que posees para haber logrado lo que lograste. Es decir, no llegaste donde llegaste por arte de magia, sino por tu esfuerzo, tu trabajo, tu capacidad, tus habilidades y es justamente todo esto, de lo que probablemente no te estás haciendo cargo, como si no te perteneciera y mágicamente de un momento para el otro obtuviste lo que obtuviste, sin saber muy bien porqué, ¿me seguís?
Por eso probablemente le otorgues todo el mérito al azar u otras características (tal vez tu simpatía o tu presentación personal) que no son las que realmente te han permitido llegar al éxito al que has llegado. La inseguridad y una suma de creencias y pensamientos que te atraviesan son factores posibles que originaron este síndrome en vos.
Ahora bien, ¿te sentís identificado con estas cuatro razones que te menciono? Es más común de lo que pensás y lo padece muuuucha gente. ¡¡Claro que nadie habla de esto porque pareciera que no es cool jejeje!! O que no es, como dije en párrafos anteriores, marquetinero.
El problema está en que, si no se habla de esto, no se registra, no se reconoce y te sucede que no sabés cómo modificar o resolver esta situación que termina siendo un círculo vicioso. Y si no lo resolvés, por más que trabajes en las cosas más superficiales, siempre terminarás procrastinando. Ya sea porque pensás que si no te sale es por tu culpa, o porque considerás que no te lo merecés o sentís que no estás lo suficientemente preparado para lograr el éxito con el que fantaseás, o que eso con lo que soñás no es para vos.
Hoy vengo a decirte, totalmente convencida (por experiencia propia y por haber trabajado con personas a las que les pasan estas cosas) que, si en primer lugar lográs identificar en cuál o cuáles de estos puntos te sentís identificado, podés modificar tu situación y resolver aquello que te está frenando.
El cómo hacerlo, te lo cuento en privado:
Te invito, entonces a que lo conversemos, ¿te animás?
Espero fervientemente que tomes acción y te decidas, por fin, a dejar de postergarte. //www.marianoellucano.com/hablemos/
¡Un fuerte abrazo!
María Noel
MARCOS
Es cierto lo que dices y quiero salir de ésta frustración.
Gracias.