Estamos acostumbrados a escuchar entre la gente y/o seguramente alguna vez, alguna persona, nos ha dicho: “te quiero incondicionalmente”, o “estoy incondicionalmente para todo lo que necesites” haciendo énfasis en esto de incondicionalmente, como si la falta de condiciones hiciera más valioso o autentico el afecto y la entrega del otro.
No solo no estoy de acuerdo con esto sino que al contrario, considero que en todo vinculo que se precie de saludable y con posibilidades de crecimiento, son sumamente necesarios los límites y las condiciones.
En toda relación ya sea social, familiar o laboral es fundamental que se respete la existencia de cada uno de los integrantes sin que ninguno de ellos quede anulado. Esto significa que cada uno de sus miembros pueda ser quien desee ser y expresar lo que siente, piense y desee, siempre y cuando el respeto por uno mismo y el otro este siempre presente. Justamente parte de ese respeto involucra reconocer la individualidad de cada uno,con todo lo que esto implica: reconocer que somos seres diferentes, con tiempos, necesidades, deseos diferentes y que ninguno es mejor ni más importante que el otro.
Son fundamentales las reglas y las condiciones acordadas entre ambas partes que permitan el mejor desenvolvimiento y desarrollo de cada uno.
Suele suceder, en varias ocasiones, que cuando no decimos un NO a tiempo, ante un pedido o un reclamo, nos terminamos comprometiendo a realizar algo que no deseamos o no podemos hacer y eso concluye generalmente en un malestar y estrés por encontrarnos en una situación que no queríamos estar.
Es un derecho y una necesidad poder decir que no, colocar un límite al pedido de una persona y a una situación. Estos límites nos ordenan, nos organizan, nos permiten sentirnos dueños de nuestras propias decisiones y nos recuerdan que vivimos en sociedad rodeados todo el tiempo de otras personas que poseen tantos derechos como nosotros y para que todos sean respetados por igual, se establecen reglas consensuadas y acordadas en comunidad.
No confundamos incondicionalidad con necesidad de aceptación. Si el otro nos elige y acepta con nuestros límites y condiciones , nos está eligiendo a nosotros auténticamente y no a lo que fabricamos artificialmente para que nos acepte.
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María Noel
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