Amigate con la ambición y potencia tus logros teniéndola de “aliada”
Estamos inmersos en una cultura que determina que la ambición es algo negativo, oscuro, casi como una mala palabra y naturalizamos esta concepción de que ser ambicioso es algo similar a ser una persona mala.
Lejos de esta postura ideológica y en función de algo de estudio, experiencia y observación, considero que la ambición es una energía que posee mucho poder, es una energía positiva que nos permite crecer; implica la voluntad de superarse y lograr lo que uno se propone. La ambición es querer crecer, tener, explorar, avanzar, descubrir, expandirse, conseguir y continuar siempre por mas, pasando a otras etapas, momentos, objetivos y proyectos. Implica no solo querer más sino también querer mejor.
Esta energía nos facilita la realización que se logra cuando alcanzamos un objetivo, una meta, cuando atravesamos un desafío. La ambición nos lleva a sentirnos plenos, orgullosos de nuestros logros, poderosos, capaces y valiosos. Es la energía que nos mantiene en movimiento, la que nos permite sacar el máximo de nuestro potencial y poder trascender.
La contracara de la ambición es la resignación, que nos estanca, nos paraliza o nos hace retroceder, aflojar y conformarnos con menos, con poco, con lo mínimo. La resignación nos hace permanecer en lo que comúnmente escuchamos mencionar como la “zona de confort”, que nos brinda una ilusoria comodidad tan lejos de la plenitud que solo obtenemos cuando nos acercamos a todo aquello que nos hace sentir vivos., Y la vida está del lado del movimiento, de la expansión, del arriesgarse, de “jugarse” por aquello que nos hace sentir que podemos dejar una huella en este mundo.
Te propongo que dejes de pelearte con la ambición, de verla como algo sucio, algo que nos lleva a ser seres inferiores e infelices. Porque solamente la no realización de tus propios deseos es lo que te hace o te hará infeliz. Materializar tus objetivos, tus metas y proyectos es lo único que te permitirá realizarte plenamente lejos de la amargura, la frustración, la envidia, el resentimiento y la culpa.
Te propongo que empieces al menos a pensar en la posibilidad de darte el permiso de quebrar ese paradigma en el cual estamos socialmente inmersos que rotula a la ambición como un “pecado”, para empezar a querer lo que querés con libertad y sin remordimientos. Una ambición con principios y valores sanos, que se aleje de lo mezquino y egoísta es aquella que nos deja disfrutar de lo logrado y seguir trabajando por mas y por la superación.
No olvides que son tus sueños los que le darán sentido a tu vida y la ambición es el motor que te permitirá hacerlos realidad.
Desando que hayas disfrutado el artículo, no olvides dejarnos tus comentarios. Y agradezco porque cada semana estas allí, del otro lado leyendo, lo que apasionadamente escribo para vos.
¡Hasta la semana próxima!
María Noel
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