El psicólogo que trabaja en el ámbito de lo deportivo se mueve en diversos terrenos cumpliendo tres papeles principales: investigación, enseñanza y asesoramiento. Dentro del área del deporte y el ejercicio físico el psicólogo trabaja sobre la conducta de las personas que se desarrollan en estos ámbitos observando el modo en que los factores psicológicos afectan el rendimiento físico de los individuos así como comprendiendo la forma en que la participación en el deporte y la actividad física afectan el desarrollo, la salud y el bienestar personal.
El profesional que se inserta en este área de trabajo se desempeña desde el lugar de la salud, desde lo preventivo, pero sin dejar de rozar, de alguna manera, lo psicopatológico (teniendo en cuenta los factores individuales que se ponen en juego antes, durante y después de una participación competitiva). El profesional debe apuntar al trabajo sobre el rendimiento, que equivale a desarrollar la autoestima, entre otros factores, y no solo sobre el resultado, teniendo en cuenta que más importante que el talento es el esfuerzo que un deportista puede realizar. De lo que se trata es de conseguir una mejor performance pudiendo aliviar esos estados de tensión y de ansiedad que sufre el individuo en la vida diaria.
El psicólogo, como personal de apoyo de perfil bajo, tiene que poder naturalizar su función, contando con una metodología de trabajo, constancia, perseverancia y sentido común.
A su vez, cuatro serian las aptitudes a trabajar y evaluar desde un principio:
la motivación, ese motor empuje, lo que mueve al deportista a entrenarse, aprender, divertirse y poder superarse y ganar en una competencia, teniendo en cuenta que la misma forma parte de un proceso en continuo cambio; la confianza que permite que un deportista decida y se arriesgue; la concentración como capacidad que permite poder mantener la atención focalizada en el juego durante el tiempo que permanece en la cancha; el control de las presiones tanto externas como internas, entre las que se encuentran por un lado, la influencia de los otros (entrenadores, hinchas, público en general, el club, etc.) , como la auto presión que equivale a exigirse más de lo que pueden realizar. Hay que observar en estos casos cual es el origen de este factor y poder trabajar para atenuarlo. Si bien en todo juego necesita cierta tensión, tiene que ser la justa, que no se exceda, hay que saber manejarla. Finalmente la cohesión grupal es otro elemento a trabajar, como ese sentimiento del nosotros, de pertenencia, teniendo en cuenta que equipo deportivo es un poco más complejo inclusive, que hablar de grupo.
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