Cómo estar conectado en las redes en la justa medida para no padecerlo en el intento
Estamos atravesando momentos vertiginosos, en cuanto al avance de lo digital. Las redes sociales, implementando una novedosa y apabullante modalidad de comunicación, generan una suma de diversas emociones entre las que encontramos ansiedad, envidia, deseos de ser mirados, deseos de mirar, competencia, angustia, celos, orgullo.
Todos en algún momento, de una manera u otra, nos sumamos a la vorágine de pretender estar en todas partes mostrándonos, así como espiando la vida de los otros, en una red o en otra, sin dejar nada por fuera ya sea que se trate de lo laboral como de lo personal, de este constante circular de datos, noticias y novedades. El constante “correr” para estar todo el tiempo presente y en varios espacios al mismo tiempo no permite que nos detengamos a reflexionar sobre lo que nos impulsa a pretender ser omnipresentes. ¿Realmente deseamos estar siempre disponibles para el otro? ¿Sinceramente queremos saber todo lo que hace o le pasa al otro, a costo de quitar tiempo y energía al desarrollo y disfrute de mi propia vida?
Hace tiempo vengo observando la dificultad que surge para poner un límite al tiempo que se le dedica a la conexión en las redes sociales y el mundo virtual en general.
Lamentablemente cantidad no es sinónimo de calidad y lejos de otorgar mayores beneficios el hecho de estar más tiempos conectados, termina generando una dependencia no saludable.
La sensación de estar perdiéndose algo cuando no se puede estar en las redes así como las sensaciones de malestar que surgen al observar la vida de los otros creyendo que solo los otros tiene una vida perfecta, con logros y éxito en abundancia, bloquean, paralizan y estancan.
Poder distribuir equitativamente el tiempo que se dedica a estar conectados es algo tan necesario como saludable. Y aunque parece obvio lo que estoy mencionando, lo obvio deja en evidencia que a la mayoría de las personas les está resultando dificultoso y nocivo a la vez, pretender estar siempre conectados.
Cómo lograr entonces, gestionar el tiempo que se dedica al mundo de lo virtual
- En primera instancia hay que tener muy en claro si lo virtual, internet, las redes, son utilizadas por motivos laborales o solo por placer y distracción. Esto marcará claramente una diferencia en el tiempo que se le dedicara a la conexión. Pero de una manera u otra es importante establecer un límite claro en cuanto a la cantidad de tiempo y los diferentes momentos en los que estar conectado, no será viable.
- Momentos como el almuerzo, merienda, cena o cualquier otro espacio que se dedica a comer en el día, podrían ser aptos para dejar al costado la computadora, el celular, la tablet o cualquier otro dispositivo que implique estar en red.
- Las salidas con amigos, familiares o cualquier evento social consisten en establecer lazos con los que estamos en esos momentos, compartiendo alguna actividad. No es necesario al mismo tiempo insistir en seguir conectados con otros que están en otra parte en ese preciso instante.
- Cualquier actividad que realicemos que requiera de cierta concentración o focalización como por ejemplo la lectura de un libro, mirar una película, realizar un deporte o entrenar en el gimnasio, asistir a alguna clase de arte, son actividades que ameritan desconectarse por un tiempo para conectarse con lo que en ese instante estamos realizando.
- Tomar como costumbre estar en red hasta los últimos minutos antes de quedarnos dormidos, dificultan y demoran la relajación y el descanso profundo. Sería saludable definir en qué momento del día decidimos dejar de estar presente en todos los espacios.
En definitiva, limitar los momentos y espacios en los que decidimos formar parte del mundo virtual, nos preservará de emociones que interfieren en la focalización de nuestros propios proyectos y deseos, así como de la capacidad de disfrutar en plenitud de nuestra propia vida.
María Noel Lucano
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